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Opinion

‘No me arrepiento de mi liderazgo social’: Francia Márquez

A los 13 años, la vicepresidenta de la República, Francia Márquez, defendió su primera causa como líder social. Hoy, reconoce que no abandona esa visión. La primera vicepresidenta afro de Colombia es una de las 100 Mujeres Poderosas Forbes.

Foto: Foto: Diana Rey Melo / Forbes Colombia


A los 13 años, la vicepresidenta de la República, Francia Márquez, defendió su primera causa como líder social. Hoy, reconoce que no abandona esa visión. La primera vicepresidenta afro de Colombia es una de las 100 Mujeres Poderosas Forbes.

“La Francia activista sigue estando en mi ser porque eso es lo que yo soy. Esa no se ha ido”. Con esta frase, la segunda mujer vicepresidenta de Colombia y la primera de origen afrocolombiano reivindica una lucha que ha abarcado casi 30 años de su vida, marcada por la búsqueda de justicia social y racial, equidad de género y respeto por el medioambiente.

Para alguien que apenas pasa de los 40 años, esto representa una vocación. Su primera gran lucha tuvo lugar en 1994, cuando expuso los peligros de la desviación del río Ovejas a la Represa Salvajina, ubicada en el municipio de Suárez, al norte del Cauca. Apenas tenía 13 años. 

“A veces me dicen: no olvide que ya no es la activista, sino la vicepresidenta. Me toca estar recordando todo el tiempo que soy la vicepresidenta, porque sigo teniendo posturas de una mujer activista. Eso no es algo que uno se lo quita hoy y mañana vuelve y se lo coloca”, según explicó en entrevista con Forbes.

Con esto en mente Márquez es muy clara: “no me arrepiento de mi liderazgo social”. Esto al entender que, con su llegada al cargo, se convirtió en un referente para muchas mujeres y niñas en Colombia y la región. Por eso, siempre está pensando en cometer los menos errores posibles, o al menos no equivocarse en aspectos que puedan decepcionar a niños y niñas que están creciendo con nuevos modelos a seguir en el país.


Foto: Diana Rey Melo / Forbes Colombia

Reconoce que un aspecto importante para ello es “seguir tejiendo de manera armónica esfuerzos colectivos”. La vicepresidenta es consciente de que, como mujeres, llegar a la política y sostenerse no es fácil, pues “nos ven como una amenaza adentro y afuera (..) Tus amigos y tus contradictores te ven como peligro, y yo creo que lo que permite construir es mantenernos en articulación con la gente, con la comunidad y también tener la convicción firme de lo que queremos”. 

En su caso, lo que quiere es ver una Colombia distinta y en paz donde la gente no sea asesinada, un país “donde por ser lideresa no tengan que silenciarte, y una Colombia que no te discrimine por tu color de piel”. A tres meses de cumplir su primer año en el cargo, sabe que es un desafío enorme. Tanto, que a veces se pregunta por qué está ahí. 

“Yo creo que no hay que forzar los liderazgos. Yo no pedí ni soñaba estar aquí: llegué porque la vida me puso, porque asumí desafíos en este país que me colocaron aquí, pero mi sueño no era ser vicepresidenta”, apuntó.

Francia sabe que este camino a veces es doloroso. Por ello tiene muchos sentimientos encontrados en su labor. Ansiedad, porque quiere cambiar cosas muy rápido; tristeza, porque pese a los esfuerzos realizados hasta ahora, el Gobierno no ha logrado detener la muerte y la violencia en el país; pero también alegría, pues reconoce que se ha avanzado en puntos concretos y promesas que le hicieron a la gente. Como ejemplo mencionó las reformas pensional, laboral y al sistema de salud, así como el Ministerio de la Igualdad, que fue un compromiso de campaña y que se está concretando para arrancar en el segundo semestre de este año.

No obstante, aún hay dudas sobre el futuro del mismo. Y es que en medio de los debates sobre la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo que tuvieron lugar en el Congreso de la República, se estudió una demanda contra la creación de dicha cartera ante la Corte Constitucional. La iniciativa, liderada por la senadora del Centro Democrático, Paloma Valencia, argumenta que el proyecto de ley no tiene en cuenta el impacto fiscal de este nuevo ministerio.

A pesar de ello, el Ministerio de Hacienda aseguró que dicho presupuesto se establecerá tan pronto se defina el personal que trabajará en la cartera de Igualdad. Por ahora, las estimaciones apuntan a una propuesta de $1 billón que vendría del programa de jóvenes en paz, y otra suma inicial de $500.000 millones, según reveló Márquez a Forbes, aunque también aclaró que “eso pasa por el Congreso”.


Foto: Diana Rey Melo / Forbes Colombia

Incluso con estos factores en la ecuación, la vicepresidenta confía en que el ministerio “sin duda va a tener recursos designados de la adición presupuestal de este año”. De hecho, resaltó que, cuando empiece a funcionar, habrá financiación básica para iniciar con la estructuración y los proyectos de inversión. A esto se une el planteamiento de un fondo que funcionaría con contribuciones de organismos internacionales que quieren apoyar el proyecto con algunos enfoques sobre mujeres, poblaciones étnicas y territorios excluidos, entre otros.

Si bien tener un fondo permite recibir recursos de cooperación y avanzar en términos de ejecución, la vicepresidenta admite que este esfuerzo y todos los que se están realizando a la par “nunca serán suficientes”, porque el impacto estimado de esta nueva cartera apunta a las 13 poblaciones más vulnerables del país, que incluyen mujeres, jóvenes, pueblos étnicos, campesinos, habitantes de calle y población migrante. Según Márquez, eso es casi un tercio de la población.

Sobre las contrataciones como tal, la vicepresidenta aseguró que si este ministerio funciona con las prácticas estatales tradicionales, va a ser más de lo mismo. “Le pongo un ejemplo: la mayoría de los territorios en los que yo voy a trabajar son municipios de categoría quinta, sexta o cuarta, que no tienen muchos presupuestos. Los municipios tienen que formular los proyectos y presentarlos al ministerio correspondiente para que, en ese proceso de viabilidad, puedan asignarle los recursos”, dijo.

En contrapunto a este factor, ha habido cosas donde ya se ha avanzado, e incluso se han visto cambios importantes. Una de ellas tiene que ver con la creación de la Gerencia Nacional del Cuidado, que será parte del Ministerio de la Igualdad tan pronto se reglamente y empiece a funcionar.

Lo cierto es que la economía del cuidado ha sido muy importante para Francia Márquez, resaltando además la visión que tuvo la exministra de Agricultura, Cecilia López, para incluir este tema en los procesos de titulación de la tierra que queden en manos de las mujeres. “¿Cuánto vamos a lograr? No lo sé, pero yo creo que cada familia encabezada por una mujer que tenga una propiedad de la tierra a su nombre, yo creo que es una familia que por lo menos tiene consistencia, tiene permanencia y se sostiene. Eso es lo que buscamos hacer”, dijo la vicepresidenta.​


Foto: Diana Rey Melo / Forbes Colombia

El papel de Márquez en la reforma agraria se resume en insistir en el enfoque de género dentro del proyecto. De ahí surgieron varios encuentros con la exministra López en relación con la compra progresiva de tres millones de hectáreas de tierra y analizar cuántas están siendo dirigidas hacia las mujeres, entendiendo que ellas ven la tierra para producir y para sostener a la familia, mientras que “muchas veces la visión patriarcal es ver la tierra como un mercado de un negocio”.

Además, la vicepresidenta ha defendido su enfoque de los derechos étnicos y territoriales de los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos. En este caso, han sido clave algunos aspectos como los presupuestos para no solamente comprar tierras, sino también para la titulación colectiva de esos territorios y el saneamiento de los mismos, que ya tienen ocupación ancestral y tradicional pero que han sido afectados por las dinámicas del conflicto o por las economías ilegales presentes en estas zonas.

En segundo lugar, se ha hablado del acceso de las mujeres a los créditos del Fondo Verde, el Ministerio de Agricultura y el Banco Agrario. Mientras que la primera oferta se hizo en Putumayo, la segunda se va a hacer el Leticia, siguiendo con los territorios “donde antes las mujeres no podían”. Con estas estrategias, las esperanzas de Márquez apuntan a la aprobación de casi $700,000 millones bajo esta modalidad.

Esto se ha dado en medio de varios avances en la búsqueda de recursos de cooperación para el acceso a los derechos de las mujeres. Por ejemplo, el Gobierno obtuvo hasta seis millones de euros para implementar programas de mujeres seguridad y paz.

Sobre el rol de las mujeres en las reformas que adelanta el Gobierno, la vicepresidenta consideró fundamental tener políticas que permitan el acceso a estas poblaciones excluidas, que también incluyen personas con discapacidad y la población LGBTIQ+, sobre todo en la reforma laboral.

En esto también ha sido fundamental el tema pensional, pues de acuerdo con Márquez, “sabemos que hay un desequilibrio en el acceso, sobre todo en las mujeres rurales y étnicas”. Precisamente en eso se ha enfocado parte del trabajo que ha venido haciendo la Consejería para la Actividad de la Mujer con el Ministerio del Trabajo en aras de la reforma que pronto será debatida en el Congreso.

Incluso, el tema de justicia racial y justicia de género pasa por acciones de cambio climático, en tanto “esas estructuras de opresión coloniales y racistas de esclavitud y todas las consecuencias de esas prácticas han sido las bases que han sostenido este modelo económico que ha llevado el planeta”. Este ha sido uno de sus argumentos principales en escenarios como la COP27 de Sharm El-Sheikh (Egipto) y la conferencia de seguridad de Munich (Alemania), donde ha dejado claro que son las mujeres y las poblaciones étnicas quienes están sufriendo los mayores impactos.

Si como activista estaba demandando la garantía de derechos y persiguiendo a las instituciones, Francia Márquez también lo hace hoy en su rol de vicepresidenta. Hasta la fecha, se ha caracterizado por gobernar desde el territorio, por lo que se le ve en permanente diálogo con las comunidades y, al mismo tiempo, con distintas instituciones de cooperación, embajadores e instancias internacionales que le permiten amplificar la voz que tenía antes en comunidad como lideresa social.

“Tal vez como le digo, todo no lo logro, porque siempre estoy empujando intentando la agenda que hacía de activista, ahora liderarla desde este lugar”, comenta Marquez, quien a pesar de los obstáculos que ha enfrentado en estos meses de trabajo, siente que está sembrando una semilla importante para el cambio, sobre todo en las formas de cómo funciona el Estado y la institucionalidad.

“Ya no se trata de funcionarios que van a un territorio y se muestran como superhéroes, sino de personas que deben llegar con humildad, reconociendo que nosotros somos unos mandaderos del pueblo, que no somos más que nadie y que somos igual que la gente que está en la comunidad. Intentar cambiar eso ha sido parte de nuestro esfuerzo, porque es parte de la doctrina que hay en la gobernabilidad”, concluyó.

Publicada en Forbes Colombia
Sebastián Montes | mayo 5, 2023